Santiago, Chile.- Hans Stange es Doctor en Filosofía y Estética de la Universidad de Chile, periodista y académico del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad. El profesional dedicó un año, junto a Claudio Salinas y a varios colaboradores, a revisar y analizar películas chilenas, para descubrir la relación entre cine e historia. Esa fuente dio como resultado «La mirada obediente. Historia nacional en el cine chileno», obra ganadora del Fondo «Juvenal Hernández», que premia la excelencia en la investigación. En esta entrevista, Hans Stange nos habla de sus motivaciones, del tema y el propósito del proyecto.
¿Cuándo y por qué surge la motivación por investigar la realidad del cine?
R: El tema de la relación entre cine y realidad social es un tema central en los estudios de cine actuales. En nuestro primer trabajo sobre cine (2006) ya nos preguntábamos por la manera en que el cine chileno de ficción entre 1997 y 2005 representaba a los sujetos populares, y trabajos posteriores se preocuparon de cómo la crítica de cine modelaba lo que el cine le dice a la sociedad y, al mismo tiempo, lo que la sociedad espera del cine. La pregunta por la historia venía casi de cajón en este recorrido. Claudio propuso el primer proyecto y Eduardo Santa Cruz y yo lo secundamos.
¿Por qué se eligen las películas que aparecen analizadas?
R: Cada uno de los autores propuse más o menos libremente las películas que quería estudiar, sobre la base de dos criterios básicos que instalamos en el proyecto: a) que las películas recurrieran a personajes, episodios o ambientaciones históricas bien reconocibles; y b) que estos elementos fueran centrales en el filme y no secundarios o complementarios.
¿Es nuestro cine constructor de arquetipos, como se dice del cine en general? ¿Cuáles serían las principales creaciones?
R: En el caso de los discursos históricos, yo diría que el cine chileno es más bien reproductor de estereotipos. Uno de nuestros descubrimientos es que el cine chileno de ficción no construye realmente un discurso propio sobre la historia, sino que reproduce discursos históricos que tienen su origen en otros lados (la escuela, la prensa, el sentido común, etc.). Es lo que pasa con la figura de Rodríguez como guerrillero patriótico o la de los “rotos” del cine costumbrista de los años 40. Desde los 90 en adelante el cine de ficción descree de la capacidad de construir un relato histórico, y parte de eso es su reticencia a representar figuras históricas (sean o no esterotípicas). Pasa mucho tiempo antes de que veamos a Allende o a Pinochet en pantalla, por ejemplo.
¿A quién va dirigida la obra?
R: En primer lugar, a profesores de historia, cineastas, periodistas, críticos de cine. A todos aquellos a los que profesional o intelectualmente les interese comprender el vínculo entre historia y cine nacional. En segundo lugar, a cinéfilos y aficionados que quieran discutir películas reconocidas como “Machuca”, “El húsar de la muerte” o “Caliche sangriento” desde una perspectiva novedosa.
¿Cuál es el principal aporte de La mirada obediente?
R: Principalmente, diría que su aporte es plantear preguntas que eviten lugares comunes o atajos fáciles. ¿Existe un cine histórico de ficción en Chile? Hay películas, pero no un discurso histórico cinematográfico –todo lo contrario de lo ocurre con el documental o lo que pasa con las ficciones televisivas. ¿Propone el cine versiones alternativas o contraoficiales de la historia nacional? Parece que no, parece que aunque el foco no sea el “oficial”, el cine nunca se aleja demasiado del consenso de cada época acerca de los hechos pasados. ¿Podría ser de otra forma? Claro que sí.
Nota original publicada en Editorial Universitaria
